Entré al Nosocomio y me acerqué a las dos muchachas de la recepción-bueno, muchachas es término de cortesía, la verdad que habían pasado ya los ’40.
No atendían al público en esos momentos. Cuchicheaban entre ellas si la última moda en Noruega era teñirse los dientes de verde o amarillo.
-No mi amiga. Creo que el color violeta es más llamativo y con los labios pintados de azafrán lucirían muy bien para atraer al sexo opuesto.
-No. Querida. El verde es el más adecuado. Imaginate con los labios de un rojo iridiscente, pareceríamos una rosa de Cristo con tallos verdes…
Al ver que no me atendían acudí presuroso a la farmacia. No había cola lo que me sorprendió pues hacia un sol radiante. Claro, eran como las 9 horas y había poco público. Le presenté las prescripciones de los médicos a la chica tras los cristales. Ella ni me contestó el saludo, ya conocía de mis buenos modales.
Segundos después me trajo la medicación. Todo un arsenal de medicamentos.
-¿Están todas?-le dije sorprendido-¿No hay ninguno en falta?
-No. ¡Esta vez están todos!
A mí casi me da un patatús de la sorpresa. Y le casi le grité:
-Disculpe. Pero me dice que no hay ninguno en falta…
-No. Los suyos están completos.
-¡Ayy! ¡Ayy! ¡Que me da!-la chica quedó preocupada por mi estado llevándome la mano al pecho.
¿Y ahora qué le sucede?
-¡No estoy acostumbrado a esto!¡Mire, dígame la verdad o van a tener que darme con el desfibrilador por paro cardíaco…Ya conoce, mi Diabetes, mi corazón como una sandía, mi demencia senil, mi hipertensión galopante. etc., etc.! No estoy preparado para estas sorpresas.
-¡No se haga el gracioso esta vez! Y deje al próximo paciente que espera en la fila.
Casi avergonzado me fui hacia el pasillo donde estaba la policlínica. Tenía turno con la Neuróloga, no sé, la última vez me comentó algo del Alzheimer o cosa parecida que no retuve en la mente. Achaques de ancianos.
DR ORLANDO VICENTE ALVAREZ
CUBANO URUGUAYO
GENIO